miércoles, 4 de febrero de 2009

CELEBRACION

Ya estaba mareado, los tequila margarita hacían efecto en mi cabeza, pero estaba muy contento, nuestro equipo gano 5 a 0 y eso merece celebración (siempre hay un motivo para beber), los compañeros de la oficina seguían pidiendo mas y mas…tragos, no podía entender como les cabía en el cuerpo tanto. Ya casi a las tres de la madrugada decidimos volver a casa, cada uno a la suya se entiende.

Subí al autobús en Alameda con Teatinos rumbo a Estación central, no mire a la gente que estaba dentro del vehiculo, solo busque un asiento desocupado y camine hasta el.
Rápidamente pasamos la estación, luego Las Rejas y ya estábamos en avenida Pajaritos entrando en Maipú, pasamos frente a la fabrica de transformadores “Tusan”, después la de grifería “Fas”, al otro lado, al frente, está la población militar, sus edificios grises y los milicos de siempre haciendo guardia. Avanzado ya varios kilómetros el bus dobló en una esquina, se interno en un bosque de casas, la mayoría bien bonitas, nuevas, bien cuidadas, pero chiquitas, chiquititas, pequeñitas, enanitas, como cajitas de fosforitos. Se supone que viven familias en esas lindas casitas, por un momento pensé que estaba en el parque “Mundo Mágico”, donde todo es pequeño, las casas, los jardines, las calles, los autos, el agua y me sentí pequeño, casi como un duende que camina por los techos de las casitas y miro por sus ventanitas a las personitas que hacen “tutito”.
Todos esos personajillos duermen tranquilos, felices, conformes con sus viditas en sus munditos, me parecía tan lindo, tan increíble, que los envidiaba, tan tranquilos, en paz, no se complican, se sienten bien como están. Y me miro, YO, tan pequeñito como ellos, pero agrandado, vivo en casita chiquita como ellos y soy triste, trabajo de lunes a viernes, nadie me ve siquiera, termina el mes, recibo el sueldo, lo gasto en una semana y no me conformo. Veo mis manos, dedos largos, duros con cayos, arrugadas, miro mi rostro con ojos grandes, salidos de sus cuencas, los labios partidos, delgados, no tengo dientes, sin pelos en el cuerpo, una barriga enorme, el ombligo salido, las piernas cortas y gordas con pies morados y solo tres enormes dedos, me ahogo, desesperado lloro, lloro cada vez más, me e convertido en un monstruo, uno pequeño, que nadie ve y YO, no quiero ser un mono feo, no quiero y lloro más, no lo puedo evitar… a lo lejos escucho una voz, se hace más fuerte, -¡Despierta güeón!- abro mis ojos, es el chofer, llegamos al Terminal.

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